Cultura

Pinceladas de la ciudad (Mar del Plata desde adentro)

La primera murga de Mar del Plata

Por Pablo Garcilazo

pinceladasmdq@gmail.com



Corría 1997 y un grupo de jóvenes en el barrio Ameghino, también conocido como La Zulema, empezaba a juntarse con un objetivo propio de la juventud: divertirse en un lugar de libertad y expresión propia.

Por aquel momento en la capilla “María del Rosario” se juntaba una red comunitaria barrial y zonal preocupada por los pocos espacios saludables para jóvenes en su propio barrio. Aún hoy, resalta esta cuestión sobre qué lugares, espacios y oportunidades los adultos les ofrecemos a los jóvenes ya sea en el barrio o lo que podemos denominar el centro de la ciudad con ciertos mandatos juveniles establecidos para los jóvenes: el pub, la fiesta, el boliche, entre otros.

Fue entonces que un grupo de padres junto a los jóvenes empezaron a hacer un poco de ruido: tambores, panderetas, redoblantes, silbatos, un poco de baile y movimiento improvisado y alegría de encontrar un lugar para ellos.

Poner el cuerpo y la palabra era la cosa. Así, comenzaba lo que muchos consideran la primera murga de Mar del Plata: La tribu. “Al principio éramos como una comparsa, hacíamos barullo y no mucho más, hasta la llegada de un profesor de cultura del municipio. Ahí entendimos de qué se trataba la murga y fuimos aprendiendo de otras murgas que vinieron después”.

Roly, uno de sus integrantes me dice: “Nos considerábamos una plaga, unos indios, como una manada. ¿Los indios qué tienen cuando son muchos? Una tribu. Más o menos de ahí viene el nombre, siempre lo atribuíamos a que éramos un montón de indios y no teníamos cacique”.

Ensayaban a la vuelta del Centro de Salud, luego en la sociedad de fomento y en la Escuela Nº 59, “lugar donde despegó y creció la murga”. Y continúa: “La murga se convirtió en sinónimo de alegría, de nuevos amigos, de que la ibas a pasar bien, de que era un lugar para los pibes del barrio”.

Tenían un estilo que combinaba el ritmo y baile murguero con momentos teatrales. También ensayaron en la plaza del barrio “Hermandad Latinoamericana”. Allí organizaron jornadas culturales y recreativas de la mano de la murga. Llegaron a ser, en varios carnavales, más de cien integrantes, se presentaron varias veces en el teatro Auditorium, en canales de televisión como el programa “1, 2, 3 out” y un día llegaron a su fin.

Los chicos crecieron, ya eran hombres y mujeres y esas cosas de la vida cuando entre los integrantes predominan ambiciones personales varias y es mejor terminar y seguir los propios caminos. Muchos de ellos son parte de las murgas que hay hoy en Mar del Plata. Para otros fue su lugar de expresión y construcción de identidad juvenil.

Todos sacaron a rodar con alegría y desparpajo a la primera murga de Mar del Plata.

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Mirar como si fuera la primera vez lo cotidiano de nuestra ciudad y su gente. Con ese fin nacieron estos escritos, que se desprenden de los micros radiales “Acercando el oeste y Mar del Plata”. Son voces barriales desde la salud, la comunicación y la integración comunitaria.

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